Mira, compañero, compañera,
si hoy somos semilla
es porque antes, un día, decidimos preparar la tierra,
abrirla con el arado, desgajarla,
airearla y dejar al descubierto todas nuestras profundidades,
si hoy somos semilla
es porque antes, incluso, nos pusimos a soñar
lo hermoso que sería levantarnos un día como una planta robusta,
tender las verdes hojas a la luz del sol
y sentir el peso en nuestras ramas floridas
de sublimes frutos y de tiernos bocados,
si hoy somos semilla
es porque como las arañas, nos pusimos de acuerdo en amarrar al león
que nos producía respeto hasta conseguirlo.
Así que, por todo eso, ahora ya somos semilla.
Vale, pero ahora, imagínate por un momento la soledad,
el silencio, el frío y la oscuridad que siente una semilla
cuando está bajo tierra.
Y a pesar de todo, ahí permanece madurando,
tomándose su tiempo,
hasta llegar a abrirse y crecer,
primero hacia abajo,
-echando raíces en la tierra del pasado, para fundamentarse-,
y luego hacia arriba,
asomándose al vértigo de la luz y del futuro que vendrá
desde ese presente cotidiano y laborioso
que es el día a día, curso a curso, año a año.
Así que sí, compañero, compañera,
tenemos una inmensa, imprescindible y necesaria tarea por delante,
quedan muchas revoluciones pendientes
para transformar a las personas y a la sociedad
desde esta tarea educativa en la que estamos empeñados.
